A pesar de no encontrarse al borde de ninguna placa litosférica, lugar propicio para el vulcanismo y los terremotos, las Islas Canarias pertenecen a lo que se denomina "puntos calientes". Es decir, lugares intraplaca en los que existe una actividad volcánica potencialmente peligrosa. Y aunque fue precisamente una erupción volcánica lo que dio lugar a la isla de El Hierro, la población se está preparando ante el peligro que puede suponer otro fenómeno de las mismas características.
Hasta ahora, no habían existido altos riesgos de erupciones o terremotos en estas islas. Sin embargo, en los últimos meses se han producido pequeños temblores, y un aumento creciente de la actividad sísmica en El Hierro, que podrían desembocar en una erupción.
Por lo tanto, el pasado 23 de septiembre, el Gobierno de Canarias, decidió elevar el nivel de alerta de verde a amarillo en esta isla. El aumento a este nivel supone el reconocimiento del riesgo de que se produzca una erupción en un corto-medio plazo. Con ello, se pretende que la población tome consciencia del posible riesgo, y sepa qué procedimientos seguir ante una posible erupción, que no había tenido precedentes desde el año 1793, cuando se formó el volcán de Lomo Negro.
Uno de los principales problemas a la hora de atajar una erupción volcánica en esta isla consiste en que no tiene un único volcán, sino que consta de aproximadamente 250 cráteres (consecuencia de su formación volcánica). Por ello, no se puede conocer el punto exacto en el que comenzaría el fenómeno.
Aunque en un principio se desalojó a toda la zona donde se suponía que existía un mayor riesgo, ayer se volvieron a reanudar las clases en el municipio de Frontera, que habían sido suspendidas anteriormente por el posible peligro de seísmos. Sin embargo, el túnel de Los Roquillos permanece cerrado, puesto que el riesgo sigue siendo alto en esta zona.
A pesar de que el nivel de alerta haya aumentado, el colectivo de geólogos afirma que el nivel de peligro sigue siendo mínimo ya que, por un lado no es seguro que la erupción volcánica vaya a producirse, y por el otro, en el caso de que se produjera, su impacto sería mínimo para los habitantes de la isla.
La no confirmación sobre si la erupción va o no a tener lugar se debe a que los científicos todavía no pueden asegurar el origen de los seísmos producidos: los antecedentes de una erupción son pequeños terremotos, deformación del terreno y expulsión de gases. Actualmente, en El Hierro sólo se han dado las dos primeras características, por lo que cabe la posibilidad de que los temblores no estén sucediendo por una futura erupción, sino que sean únicamente una consecuencia de un natural movimiento de placas litosféricas.
Si finalmente se produjera la erupción volcánica, los expertos afirman que no entrañaría peligro para la población: éstos prevén que se formarían conos de lava en las zonas de mayor altitud, que fluirían hasta desembocar en el mar. Debido a la morfología de la isla, esto ocurriría muy lentamente (tardaría días, semanas e incluso meses), y daría tiempo a evacuar a los habitantes.