jueves, 1 de diciembre de 2011

Albert Casals: la felicidad y los viajes


El chico de pelo azul se coloca con su silla de ruedas en la cola de gente que quiere embarcar. Va avanzando hasta que le quedan dos o tres personas delante para que el revisor le pida los billetes. Él no lleva billete y nunca ha tenido intención de comprarlo. Se inclina hacia un lado. Luego hacia otro. Se balancea disimuladamente hasta que la silla cede y cae de lado, con un estruendo que aterra a todos los pasajeros. La gente se lanza a recogerle. Él finge que se ha hecho mucho daño. El revisor de billetes ayuda a ese joven frágil y doliente a entrar en el barco y procura que esté lo más cómodo posible. No le pide el billete: el chico minusválido se acaba de caer. Sería de mal gusto.

Albert Casals. Foto: Taringa!
El protagonista de esta historia es Albert Casals, que a los cinco años fue diagnosticado de leucemia y se tuvo que someter a un tratamiento que acabó dejándole en silla de ruedas. Albert Casals, que a los quince años convenció a sus padres para que le dejaran viajar totalmente solo porque quería descubrir el mundo. A los veinte años se ha recorrido toda Europa, Sudamérica y la mayor parte de Asia y África, con los bolsillos casi vacíos.

"¿Sería ahora más feliz si no hubiera tenido una leucemia? ¿Me gustaría tanto viajar, sería tan consciente de que vivo la vida que quiero vivir y no otra? ¿Me sentiría tan ilusionado por el futuro y el presente como me siento ahora?. Nunca sabré si la leucemia y la silla fueron una dificultad o una suerte". Esta es la declaración de intenciones que hace Casals en su  web.

La historia parece buena, sobre todo porque es real: un  espíritu libre, un chico que hace cabriolas con la silla de ruedas y trepa a los árboles y a los puentes, un vividor que alterna los estudios con los meses que pasa perdiéndose en territorios desconocidos, durmiendo en la parte de atrás de un camión en marcha o en un templo budista donde los monjes cantan en karaoke.


Pero la historia mejora cuando se llega al episodio en el que Albert emprende su viaje hacia África haciendo barcostop, como siempre, sin dinero. Finge caídas para distraer a la gente, se presenta lloroso en una comisaría de policía de Mauritania y balbucea que la furgoneta de una ONG le ha abandonado por error para que le dejen pasar la frontera sin tener visado.

Y cuando está a medio camino de uno de sus fabulosos viajes, perdido en África valiéndose únicamente de su picardía y disfrutando de aquello que le hace ser enteramente feliz, se da cuenta de que no lo es del todo porque echa de menos a Anna.

Entonces Albert da media vuelta y vuelve a Esparraguera, su pueblo natal, donde sus padres no le esperaban hasta seis meses después. Llama a Anna, una chica que conoció en Barcelona meses atrás. Le dice que ha vuelto de África porque por primera vez en su vida ya no quiere viajar solo.
Albert y Anna. Foto: Orsai (Adriá Cuatrecases)
Después de eso, Albert explora el mundo desde su casa, usando Google Maps, y le asalta una curiosa pregunta: "¿Quién es mi vecino de abajo?" Es decir, ¿qué hay exactamente al otro lado del mundo, en las coordenadas contrarias a su casa de Esparraguera? Y descubre que lo que hay es una granja en Nueva Zelanda. Albert le dice a Anna que sería fantástico conocer a quien sea que vive allí.

Él y Anna se lanzan a buscar conductores que quieran acercarles al otro lado del mundo, y comienzan una travesía que acaba durando más de ocho meses y durante la cual pasan por Italia, Turquía, Georgia, Kazajistán, China y Australia. Aún hoy se encuentran camino de Nueva Zelanda, donde buscarán la dirección de aquel granjero misterioso que no tiene ni idea de que dos chicos están cruzando el mundo por el placer de llegar a su casa.

Las aventuras y desventuras de los dos jóvenes perdidos por el mundo las recoge la revista Orsai, que les pide desde el principio que les envíen sus peripecias cada vez que tengan un punto de acceso a Internet cerca, y que además les proporcionaron una cámara de vídeo y micrófonos para que filmasen su viaje desde dentro. Se baraja la idea de hacer una película con ese material el próximo año.

 Presentación del reportaje de la revista Orsai justo antes de que Albert y Anna comenzasen su viaje.

El resultado son Albert y Anna recorriendo medio mundo, literalmente, sin gastar ni un solo euro y sin pasar ni un solo día sin un lugar donde comer o dormir. Albert tiene suerte, sin duda, suerte y labia, que es lo que utiliza para convencer a los desconocidos de que le lleven en su coche, de que le sellen el pasaporte, de que le dejen quedarse en el barco como polizón.

Y es que Casals es un asombroso ejemplo de que la vida es mucho más sencilla de lo que solemos pensar. "Bastan cuatro cosas: dormir, comer, ducharse y hacer amigos [...] ¿Qué impide a todos los europeos hacerse vagabundos? Es maravilloso…" declara en una entrevista a La Vanguardia.

Albert ha contado sus peripecias viajeras y su manera de ver la vida en dos libros que rebosan optimismo: "El mundo sobre ruedas" (2009) y "Sin fronteras" (2011), además del mencionado reportaje a cargo de la revista alternativa Orsai. En ellos se recogen miles de anécdotas que se ambientan en todas las situaciones imaginables.

Albert, y ahora Anna, descubren historias increíbles por el hecho de viajar y hablar con la gente. El exsoldado iraní que vive escondido en la azotea de un edificio turco. Los aborígenes australianos que residen en medio de la nada y se emborrachan con la pensión que les da el Gobierno. El anfitrión en Kazajistán que consiguió sus visados por pura casualidad, encontrándose al funcionario responsable en un bar a media noche.

"Viajando sin dinero es cuando realmente te pasan cosas interesantes" declara Casals en la entrevista concedida al programa Buenafuente, con una sonrisa luminosa en la cara.

Foto: Albert Casals
 "Agradezco que (mis padres) se hayan esforzado tanto en no ayudarme, en no decirme: Esto no puedes hacerlo porque vas en silla de ruedas. Ellos facilitan mi felicidad." Y es que si algo puede decirse sobre Albert Casals, es que es feliz. Tras estudiar un año de filosofía en la universidad, y sobre todo reflexionando sobre su experiencia viajera, ha desarrollado una curiosa teoría vital: el felicismo.

"A lo largo de mi vida, entender por qué había tantas personas que no eran felices ha sido uno de los retos que más quebraderos de cabeza  me ha traído. Con el tiempo he acabado entendiendo que la respuesta era mucho más sencilla de lo que nunca habría  imaginado: porque no son libres.[...] Lo más probable es que te levantes mañana, vayas a trabajar, veas la tele por la tarde y te vayas a dormir en la misma cama de siempre. [...] es muy posible que esto [...] sea, genuinamente, lo que más felices os hace en el mundo. Pero sin superar el miedo a lo que se desconoce, sin enfrentarse a la absoluta y desbordante libertad que en realidad todos tenemos en las manos, ¿cómo lo puedes llegar a saber a ciencia cierta?"



Itinerario de "La vuelta" de Albert y Anna. Clic para verlo en pantalla completa. Fuente: elaboración propia con BatchGeo.

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